Salud y medicina
¿Cómo afecta la primavera a nuestro organismo?
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Las variaciones de temperatura, humedad y el aumento de las horas de luz propias de la primavera producen alteraciones en la naturaleza y cambios hormonales que pueden afectar de forma directa a nuestro organismo. No sólo hablamos de la astenia primaveral o de las alergias, sino de cómo la llegada de esta estación nos influye de forma integral y puede afectar a nuestra salud y a nuestro ánimo, tanto positivamente como negativamente. ¿Cómo nos influye la primavera?
El sistema respiratorio
La primavera da paso a la época de la floración y la polinización de la mayoría de las plantas. Como actualmente han aumentado los alérgenos nuevos y la frecuencia de las alergias, el sistema respiratorio es uno de los más afectados en primavera: se disparan los casos de rinitis, conjuntivitis y faringitis, y empeoran los casos de asma bronquial. Por otro lado, los cambios de temperatura propios de la estación pueden aumentar los casos de catarros virales.
El lado positivo de la primavera es que disminuyen los casos de gripe y de neumonía bacteriana.
El estado de ánimo y el deseo sexual
El aumento de las horas de luz y la subida de las temperaturas provocan cambios hormonales y un aumento de la actividad social que mejoran el estado de ánimo en general y aumentan el deseo sexual. En ésto tiene mucho que ver la vitamina D (el cuerpo la produce de forma natural al exponerse al sol), ya que interviene de forma directa en el estado de ánimo y en los niveles de testosterona.
Sin embargo, estos cambios de la primavera y el cambio de hora pueden afectar de forma negativa a algunas personas. Aproximadamente la mitad de la población puede experimentar la llamada astenia primaveral, un trastorno temporal que se produce cuando el organismo necesita un periodo de adaptación a los cambios de la estación, y que presenta síntomas como cansancio y fatiga, somnolencia (en primavera disminuye la melatonina, la hormona que regula el sueño), irritabilidad, pérdida de apetito y del deseo sexual. Aunque no es grave y suele durar como mucho un par de semanas, la adopción de hábitos saludables, como el ejercicio (ayuda a liberar estrés que mejora la calidad del sueño, indispensable para la producción de melatonina), una dieta equilibrada rica en fruta y verdura, y una buena hidratación, pueden reducir la duración de la astenia primaveral.
Huesos, articulaciones y músculos
La mayor exposición a los rayos solares incrementa la producción de vitamina D. Esta vitamina ayuda en la absorción del calcio, favorece el fortalecimiento de los huesos, y también juega un papel importante en el sistema nervioso, muscular e inmunitario. Sin embargo, esta misma exposición solar, si no se controla y no se protege bien la piel, puede aumentar los casos de quemaduras, el riesgo de lesiones cutáneas y un empeoramiento de la dermatitis atópica.
En esta época, aprovechando que se alargan los días y la temperatura es más agradable, solemos aumentar las horas que dedicamos al ejercicio físico, por lo que el sistema muscular se fortalece. Sin embargo, la artritis reumatoide en las extremidades inferiores y superiores puede tener más incidencia en esta estación.
Sistema cardiovascular y cerebrovascular
En primavera se produce una bajada de la presión arterial, lo que puede favorecer a los enfermos crónicos de hipertensión. Junto a la dilatación de las arterias por el aumento de las temperaturas, en general se reduce el número de infartos isquémicos y de miocardio.
Como efecto negativo, se pueden agravar los cuadros de bajadas de tensión en personas con la tensión arterial baja. Y los pacientes con asma o rinitis, debido a una mala oxigenación de la sangre, pueden sufrir una descompensación de su enfermedad cardiaca. Algunos estudios también han descrito una mayor frecuencia de casos de hemorragias subaracnoideas (sangrado en la zona comprendida entre el cerebro y los delgados tejidos que lo cubren) en primavera.
Sistema digestivo
En general, en primavera mejora nuestra alimentación: comemos más frutas y verduras frescas, bebemos más porque hace más calor (zumos, agua…). También nos movemos más, lo que en conjunto favorece la función del sistema digestivo. Sin embargo, aumentan los brotes de úlceras gastroduodenales y aumenta el riesgo de complicaciones en los pacientes con úlceras previas.
En resumen, la primavera es una época natural de cambio y renovación. Si tenemos en cuenta todos estos aspectos que pueden afectar a nuestro organismo y estamos preparados, esta estación es una oportunidad fantástica para cuidar nuestra salud física y nuestro estado de ánimo con la práctica de hábitos saludables, el contacto con la naturaleza y el fomento de la actividad social. ¡A disfrutar de la primavera!
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