Alimentación y Nutrición
Mitos y falsas creencias sobre el alcohol
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El alcohol ha estado asociado durante años a multitud de mitos y falsas creencias sobre su consumo, como que una copa de vino al día es beneficiosa para la salud o que ayuda a dormir mejor.
El alcohol es una de las sustancias más tóxicas para el organismo y se relaciona con multitud de enfermedades. Afecta al hígado, al páncreas y al sistema cardiovascular, es neurotóxico, perjudica al feto en los embarazos, favorece la demencia y el deterioro cognitivo, es la causa de multitud de accidentes de tráfico y es un factor de riesgo para el desarrollo de varios tipos de cáncer, entre muchos otros efectos en la salud. Sin embargo, todos hemos oído hablar alguna vez sobre los posibles beneficios de su consumo y otras afirmaciones que realmente son erróneas. Te contamos los mitos más comunes sobre el alcohol.
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Una copa de vino al día es buena para el corazón
Aunque los posibles beneficios del alcohol en dosis bajas sobre la salud cardiovascular en los adultos, en particular sobre la cardiopatía isquémica, son una creencia muy extendida debido a su efecto vasodilatador, estos efectos beneficiosos no aparecen en todas las personas ni en todos los casos. También es cierto que el alcohol, aun en pequeñas cantidades, puede tener efectos negativos sobre el corazón (arritmias, hipertensión arterial) y no es en absoluto recomendable cuando se padece diabetes, hepatitis, gastritis, úlcera o insuficiencia renal.
El alcohol mejora las relaciones sociales
Si bien es cierto que, en pequeñas cantidades, el consumo de alcohol puede provocar cierta desinhibición y euforia que nos hace más desenvueltos verbal y corporalmente (lo que conocemos como “el puntillo”), casi siempre es difícil calcular la línea del exceso en la que empezamos a perder el autocontrol de nuestro cuerpo y nuestras actitudes. Y cuando sobrepasamos ese punto es fácil que se produzcan consecuencias físicas, como caídas, accidentes o agresiones, y psicosociales, como verborrea descontrolada o actos ridículos, que también pueden derivar en consecuencias indeseadas.
La mezcla de diferentes tipos de alcohol nos sube más
Incluso hay teorías sobre el orden en que se deben consumir las diferentes bebidas alcohólicas. Pero es falso. La borrachera depende únicamente de la cantidad de alcohol que circula por nuestro torrente sanguíneo y no del tipo de alcohol que hayamos ingerido. Y esto también está relacionado con la rapidez con la que se bebe. Sin embargo, sí que hay bebidas que, dependiendo de la persona, pueden producir más resaca que otras, pero ésto, más allá del etanol que provoca la intoxicación, se relaciona con las otras sustancias que se producen durante la fermentación de cada tipo de bebida alcohólica, por lo que puede que la mezcla en sí no sea el problema.
Beber sólo los fines de semana no produce problemas con el alcohol
Actualmente, sobre todo en la juventud, se ha implantado un patrón de ingesta excesiva de alcohol durante el fin de semana. Es lo que llamamos “la borrachera de fin de semana”. Como, a pesar de que se haga en días concentrados, la cantidad de alcohol ingerida es la misma, también lo es el daño, ya que depende de la cantidad, la rapidez y la frecuencia de su consumo. También aumenta las posibilidades de desarrollar una adicción, hasta el punto de no divertirse sin beber.
Facilita las relaciones sexuales
Esta falsa creencia está basada en el efecto desinhibidor que produce el consumo de alcohol y que puede favorecer que estemos menos reprimidos. En realidad, el alcohol ralentiza el sistema nervioso central, lo que disminuye la capacidad y el rendimiento sexual.
Ayuda a dormir mejor
En realidad, el consumo de alcohol permite que caigamos dormidos con mayor facilidad, ya que puede disminuir el nivel de conciencia. Sin embargo, como a la fase de movimiento ocular rápido, el sueño puede interrumpirse al mínimo estímulo, lo que hace que sea de menos calidad y, como consecuencia, descansamos peor.
Ayuda a entrar en calor
Realmente es al contrario: con el consumo de alcohol se pierde calor por vasodilatación cutánea. Aunque es cierto que al beber podemos sentir más calor, en realidad es porque se está perdiendo a través de la piel. De hecho, las personas alcoholizadas que duermen en la calle tienen un riesgo importante de sufrir hipotermia e, incluso, de morir de frío.
Nos ayuda a olvidar
La idea de beber para olvidar es muy común. Sin embargo, aunque puede ayudar a perder momentáneamente la conciencia y embotar los sentidos (y los sentimientos), en realidad el consumo de alcohol perpetúa la sensación de miedo y los malos recuerdos. Y tras una breve sensación de bienestar, si se está triste o deprimido, esta situación se agudiza.
El alcohol es un alimento
El alcohol engorda pero no alimenta. Al contrario, aumenta la producción de grasa en el organismo.
El que más aguanta el alcohol es porque es más fuerte
No existe relación alguna entre fortaleza y aguantar un mayor consumo de alcohol. Si se aguanta mucho puede ser porque el organismo ha desarrollado tolerancia al alcohol, cosa que no significa que haga menos daño, sino que hay más riesgo de convertirse en dependiente y, por tanto, en alcohólico.
15 de noviembre, Día Mundial sin Alcohol
El Día Mundial sin Alcohol fue establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 15 de noviembre para concienciar sobre los daños físicos y psicológicos que produce el consumo de esta sustancia en nuestro organismo.
El alcoholismo se declaró como enfermedad durante el siglo XX y hoy en día es el responsable de 3,5 millones de muertes cada año, tanto por sus consecuencias físicas como porque se sigue combinando con la conducción, lo que produce multitud de accidentes que no sólo sesgan la vida a la persona que se encuentra bajo sus efectos, sino también a múltiples inocentes que se cruzan a su paso.