Salud y medicina
Infectología. ¿Qué es lo que trata un infectólogo y cuál es su función?
La infectología es una especialidad médica que estudia y trata las infecciones de todo tipo, ya sean crónicas o agudas, y consecuencia de bacterias, virus, hongos y parásitos.
En España aún no existe la especialidad reglada como tal. Normalmente, son los especialistas en medicina interna quienes tratan las infecciones, pues es un área eminentemente clínica.
Qué hace un infectólogo
Básicamente, mediante la exploración y pruebas diagnósticas pertinentes, el médico diagnostica el tipo de infección que el paciente presenta y la trata adecuadamente.
A efectos de diagnosticar con exactitud, el infectólogo puede raspar la zona afectada (si sospecha de un hongo), tomar una muestra del tejido afectado o hacer un cultivo para estudiarlo al microscopio, de modo que le permitan aislar e identificar el organismo causante de la infección. También puede tener que recurrir a pruebas de imagen, como resonancia magnética o escáner. La actuación posterior vendrá definida por el tipo de organismo identificado.
En este artículo veremos los diferentes tipos de infecciones, así como las más frecuentes.
Tipos de infecciones
Hay cuatro tipos de infecciones: bacterianas, víricas, fúngicas (o sea, causadas por hongos) y las causadas por parásitos.
Infecciones bacterianas
Son las causadas por bacterias, que son organismos unicelulares, algunos de ellos beneficiosos para el organismo, como las que viven en el intestino y ayudan en la digestión.
Las bacterias son vulnerables a los antibióticos, o sea que se eliminan mediante la administración de dichos medicamentos. Pero el uso indiscriminado (y con frecuencia equivocado) de estos fármacos ha generado nuevas cepas de bacterias que son resistentes a ellos, creando un problema muy grave aún sin resolver.
Infecciones víricas
Son las causadas por virus. Un virus no es un organismo que puede vivir aislado, como una bacteria, sino que necesita un anfitrión, un huésped, donde establecerse, apoderándose de la estructura de aquél para reproducirse.
Los virus no son sensibles a los antibióticos y, en realidad, las infecciones que causan no tienen cura. Hay una clase de medicamentos, los antivirales, que impiden la reproducción del virus en el organismo, o sea, que no haga copias de sí mismo.
Infecciones por hongos
Los hongos son un grupo de organismos eucariotas y no pertenecen al reino animal ni al vegetal. Necesitan parasitar algún huésped, pues por sí mismos no pueden sintetizar sus propios nutrientes. En el cuerpo humano hay habitualmente multitud de hongos, que viven sin causar daño, aunque en determinadas condiciones sí pueden causar infecciones.
Las infecciones por hongos se tratan mediante medicamentos antifúngicos. Si la infección de localiza en la piel, se aplica una pomada o loción en la zona infectada. Si la infección es más seria, existen medicamentos antifúngicos para tomar vía oral.
Infecciones por parásitos
Los parásitos son organismos que se establecen en otro organismo (huésped) y vive de lo que obtiene de él. El término parásito se puede aplicar también a los causantes de los otros tipos de infecciones, pero se entiende por parásitos a organismos unicelulares, como las amebas, o más complejos, como los gusanos, que son pluricelulares y tienen sus propios órganos.
Las infecciones por parásitos son propias de países en vías de desarrollo, con condiciones sanitarias deficientes.
Actualmente se dispone de tratamientos farmacológicos para la mayoría de las infecciones causadas por parásitos.
Enfermedades infecciosas más frecuentes
Si hablamos en términos globales, la infección más frecuente en el mundo es la malaria, o paludismo, por infección de un parásito del género Plasmodium y transmitida por el mosquito anófeles. La malaria mata anualmente a casi medio millón de personas, de los que más de 240.000 son niños y está presente casi exclusivamente en zonas tropicales y subtropicales.
En nuestro país, y en términos globales en Occidente, las infecciones más frecuentes son:
Bronquitis aguda
Es una inflamación de las vías respiratorias en el interior de los pulmones. También se la llama resfriado de pecho, y puede producirla tanto una bacteria (en este caso no suele haber contagio) como un virus, que sí podría ser contagioso. Los síntomas más habituales de la bronquitis son:
- Tos, productiva o no
- Dolor en el pecho
- Fatiga
- Cefalea (dolor de cabeza)
- Dolor del cuerpo, como en una gripe y dolor de garganta.
En general, los síntomas desaparecen por sí solos en el plazo de una semana o diez días. No hay un tratamiento específico.
Resfriado común
El resfriado común, el catarro, está causado por un virus y provoca una inflamación en el aparato respiratorio, concretamente en las vías aéreas superiores: garganta, nariz, senos nasales, oídos, tráquea y laringe. Es muy contagioso.
Los síntomas que provoca son:
- Congestión y secreción nasal, o rinorrea
- Estornudos
- Dolor de garganta
- Tos
- Dolores de cabeza.
Dado que se trata de un virus, no existe tratamiento específico para la infección. Se recomienda reposo, buena hidratación (beber mucha agua) y paliar los síntomas con analgésicos y, de ser necesarios, antipiréticos.
Infecciones de oído
Pueden estar causadas tanto por bacterias como por virus (los mismos, en este caso, que causan el resfriado común). Los síntomas incluyen:
- Dolor de oído
- Fiebre
- Inquietud
- Problemas para dormir
Las infecciones por bacterias, generalmente en el oído medio, se tratan con antibióticos, aunque muchas veces no son necesarios y la infección remite por sí sola.
Gripe
La gripe es una infección provocada por diferentes tipos (cepas) de virus. Se llama de una manera u otra en función de los animales-huésped: gripe aviar (aves), porcina (cerdos) etc. Se contagia muy fácilmente entre ellos, pero no está claro si un animal puede o no infectar a un ser humano.
La gripe anual aparece en brotes u oleadas, especialmente al principio del invierno. Es muy contagiosa y tiene unos síntomas parecidos a los del resfriado, aunque éste no presenta fiebre y la gripe sí. Los más habituales son:
- Fiebre, por encima de 38ºC
- Dolor de cabeza
- Malestar general, con dolores generalizados (articulaciones).
La infección por gripe puede ser muy grave y, en caso de personas inmunodeprimidas, o con enfermedades crónicas de base, puede resultar mortal.
Existe una vacuna que la sanidad pública facilita gratuitamente todos los otoños.
Al tratarse de una infección vírica, no tiene tratamiento específico y, como en el caso del resfriado común, se recomienda reposo, buena hidratación y medicamentos paliativos para los dolores y la fiebre.
Sinusitis
Es una inflamación del tejido que recubre el interior de las vías aéreas superiores, los senos nasales o paranasales. Los senos paranasales son cavidades situadas detrás de la frente, la nariz y las mejillas. En condiciones normales están vacíos y el aire circula libremente. La inflamación la puede provocar una infección por bacterias, virus u hongos.
Los síntomas habituales que provoca la sinusitis son:
- Fiebre
- Dolor de cabeza y detrás de los ojos
- Congestión y secreción nasal
- Dolor de garganta
- Mal aliento; problemas de olfato
- Tos, exacerbada por la noche.
Normalmente la sinusitis aguda no requiere tratamiento y los síntomas remiten tras una semana o diez días. La sinusitis crónica presenta los mismos síntomas, pero más leves y tienden a durar más de tres meses.
Tuberculosis
La tuberculosis es una infección en los pulmones, aunque a partir de ellos puede diseminarse por la sangre a otros órganos del cuerpo. A partir de los años cincuenta disminuyó su prevalencia en España, pero no termina de erradicarse. Hay nuevas cepas resistentes a los antibióticos.
Los síntomas habituales de la tuberculosis son:
- Tos crónica, con expectoración
- Fatiga
- Falta de apetito
- Pérdida de peso
- Fiebre
- Sudores nocturnos
- Sangre en el esputo (en fases avanzadas)
El tratamiento contra la tuberculosis emplea tres o cuatro antibióticos distintos, administrados juntos durante meses. No debe usarse un único fármaco para prevenir la aparición de nuevas resistencias.
VIH
El virus de la inmunodeficiencia humana es el causante del sida, esa enfermedad que acaba con el sistema inmunológico del paciente (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), dejándolo a merced de cualquier infección. En los años 80, cuando se diseminó, era incurable y conducía a la muerte del paciente.
Entre una y seis semanas después del contagio puede aparecer un proceso similar a la gripe, pero no en todos los casos. A las diez o doce semanas del contagio los glóbulos blancos ya han producido anticuerpos, y se pueden detectar en la sangre: son los llamados seropositivos para el VIH.
Aunque tarde años en manifestarse el sida, el virus va actuando sin cesar en el organismo y la infección avanza, destruyendo glóbulos blancos. Cuando éstos se han reducido consistentemente es cuando aparece el sida.
Hoy día existen tratamientos contra el sida, los antivirales, que no son capaces de curar la infección pero sí de mitigar sus síntomas, de modo que el paciente puede llevar una vida prácticamente normal.
Herpes zóster
Es una erupción con vesículas, dolorosa y causada por el virus de la varicela-zóster. La varicela suele aparecer en niños menores de 10 años, pero el herpes-zóster suele aparecer en personas a partir de 50 años de edad. Solo afecta a quienes han pasado la varicela y es una reactivación del virus dormido. Es una enfermedad que afecta a un segmento nervioso (una parte del cuerpo inervada por un mismo nervio).
El primer síntoma suele ser una sensación de quemazón en las vías nerviosas, acompañado a veces de una fiebre leve. A continuación suele aparecer un enrojecimiento de la piel y un dolor que aumenta progresivamente. Aparecen vesículas (ampollas) de contenido amarillento y casi siempre situadas en un único lado de la cara o del cuerpo.
Normalmente, alcanza su punto máximo en tres o cinco días, en que las ampollas empiezan a secarse y se forman costras. El dolo del paciente suele ser muy intenso.
El tratamiento del herpes-zóster es analgésico, o sea, dirigido a mitigar el dolor y antiviral, de modo que se atenúe en lo posible la actividad del virus.
Hepatitis
La hepatitis se caracteriza por la destrucción de una cantidad variable de células del hígado y por la presencia de células inflamatorias en el tejido hepático. Puede estar causada por enfermedades que atacan específicamente a las células o como consecuencia de una enfermedad más generalizada, como la mononucleosis infecciosa.
Hay descritos cinco tipos de hepatitis: A, B, C, D (sólo puede presentarse en pacientes contagiados por el tipo B) y E. Existen vacunas para las de los tipos A y B, ambas incluidas en el calendario oficial de vacunación en España. La vacuna contra el tipo C está en desarrollo, pero no disponemos aún de ella. Igualmente sucede con la vacuna contra la hepatitis E.
En fases iniciales, los síntomas suelen ser:
- Cansancio, malestar general fiebre baja
- Náuseas, pérdida de apetito
- Molestia en el lado derecho por la infglamación del hígado
- Dolores musculares y articulares
En la fase ictérica:
- Color amarillento del blanco de los ojos, ña piel y las membranas mucosas
- Orina oscura
- Heces claras
En la fase de convalecencia, tras la fase ictérica se mantiene el cansancio. En un pequeño porcentaje de pacientes con hepatitis A se produce una recaída, normalmente leve.
Las hepatitis se trata con diversos medicamentos, como el interferón y la ribavirina, y con glucocorticoides, solos o asociados a inmunosupresores.
Bibliografía