Bienestar, Salud Mental
¿Duermes mal? Pues puede ser hereditario
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Sí, tus genes pueden ser la causa –los culpables– de que la calidad de tu sueño no sea la adecuada. Ya sigues, suponemos, toda esa ristra de consejos que te dan para mejorarla (por si acaso, más abajo incluimos algunas cosas que puedes hacer), pero aun así sigues sin dormir bien. Una nueva investigación, llevada a cabo en la Universidad de Exeter y en el Hospital General de Massachusetts, señala hasta 57 regiones genéticas asociadas al insomnio. La explicación puede estar ahí.
Tradicionalmente, los problemas de sueño se han achacado a un mal estilo de vida y a factores psicológicos, como el estrés, la ansiedad y la depresión. Por supuesto que esos trastornos pueden causar insomnio, pero el análisis del sueño de las cerca de 450.000 personas sanas de quienes se analizó revela que también puede deberse a una cuestión hereditaria.
De las cuatro localizaciones genéticas ligadas al insomnio se ha pasado a 57 loci. Los loci, plural de locus, son como si dijéramos las direcciones de los genes o de secuencias de ADN. Parece, según aseveran los investigadores, que las regiones identificadas van a suponer una buena ayuda para entender el proceso del insomnio, para saber qué sistemas se ven afectados y, sobre todo, van a abrir la puerta a la investigación de nuevos tratamientos para solventarlo.
El insomnio puede duplicar el riesgo de padecer enfermedades cardiacas, además de asociarse a depresión. Estos efectos también fueron inquietantes hallazgos del estudio.
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El insomnio
Se define como la incapacidad de conciliar el sueño, o permanecer dormido durante un periodo determinado de tiempo. Se estima que lo padece entre el 10 y el 20% de la población mundial y sus efectos pueden ser tan graves como los ya citados. Los síntomas habituales son:
- Problemas para conciliar el sueño
- Dificultad para permanecer dormido, despertándose frecuentemente o desvelándose
- Despertarse demasiado temprano
- Sufrir cansancio y falta de energía
- Irritabilidad.
Algún consejo
Espera a tener realmente sueño para meterte en la cama. Fíate del reloj de tu cuerpo, no del que llevas en la muñeca. Irte tarde a la cama, aun levantándote temprano, reduce el tiempo destinado al sueño, pero aumenta la necesidad fisiológica de dormir. Si estás desvelado, no te quedes en la cama, levántate y ponte a leer o a oír música y vuelve a la cama cuando el sueño te esté venciendo. Y levántate en cuanto te despiertes.
Evita el café. Esto parece de Perogrullo, pero sé consciente de ello, y no lo tomes más allá de las cuatro de la tarde, por ejemplo. Los efectos de la cafeína pueden durar varias horas en el cuerpo (seis, o más).
Nada de alcohol. Aunque parezca que te adormece, lo cierto es que afecta al cerebro y al sistema nervioso central, con lo que ese supuesto sueño será corto y de baja calidad.
Ni de tabletas, o móviles: nada de pantallas. La luz azul que emiten influye sobre la hormona del sueño, la melatonina. Procura igualmente que la habitación esté bien a oscuras y mejor fresca que caliente.
Intenta llevar un diario de tu sueño. Te permitirá asociar las malas noches con tu estilo de vida, lo que te puede dar alguna pista sobre si existe una posible causa.