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El síndrome del niño hiperregalado
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Sólo en Navidad, de media, cada niño suele recibir más de 10 regalos de sus padres, familiares y amigos. La consecuencia de este exceso es que los niños dejan de apreciar los regalos que reciben y se vuelven más caprichosos y consumistas. Es lo que se llama el “síndrome del niño hiperregalado”.
Se acerca la fecha de la llegada de Papá Noel y de los Reyes Magos y nos encontramos una carta de deseos que normalmente suele ser bastante larga o un catálogo con decenas de juguetes marcados. Para los niños, lo más común es que, además de tener regalos en casa, también se les dejen regalos o algún detalle en casa de abuelos, tíos y amigos cercanos, por lo que al final siempre se repite la misma situación: un montón de regalos que se abren uno tras otro y al final ya de forma casi automática. Un exceso difícil de asimilar para los niños y con el que es complicado que mantengan mucho la ilusión.
Observamos que, en general, los niños valoran poco lo que se les regala, que están saturados de juguetes y que a los pocos días ya no les hacen caso a casi ninguno de los regalos recibidos. Y es una pena porque los padres o familiares han invertido, con su mejor intención, un tiempo y un presupuesto importante en esos regalos que realmente no le hacen ningún beneficio al niño.
¿Qué características se observan en un niño hiperregalado?
Sobreestimulación. Ante el desfile incesante de regalos, los niños son incapaces de mantener la atención y terminan centrándose en uno solo y se olvidan del resto.
Pérdida de la ilusión. La saturación de regalos hace que vayan perdiendo la ilusión de forma progresiva. Así, el quinto regalo ya no hace tanta ilusión como el primero.
Baja tolerancia a la frustración. Si un niño se acostumbra a recibir todo lo que quiere, cuando no reciba tantos regalos se sentirá frustrado e insatisfecho.
Menosprecian lo que tienen. Obtener todo lo que les apetece sin esfuerzo y acumular regalos se convierte en algo normal, por lo que no son capaces de valorar lo que tienen.
Imaginación empobrecida. Cuando un niño no dispone de tantos regalos, dedica más tiempo a jugar con los que tiene y desarrolla mucho más la imaginación para maximizar las posibilidades de juego.
Caprichosos y egoístas. Si damos a los niños todo lo que quieren, pensarán que siempre se lo merecen y no les enseñaremos a luchar por nada.
Materialistas y consumistas. Si el niño recibe multitud de regalos, cada vez va a querer más y más cosas nuevas para tener estímulos y un goce permanente.
La regla de los 4 regalos
Sabemos que tener más cosas no nos hace más felices, pero a la hora de regalar a los niños nos cuesta contenernos, ya que a todos nos gusta compartir un instante de felicidad de nuestros hijos, sobrinos y nietos. Para poner un poco de cabeza, una regla que cada vez se está extendiendo más entre las familias es el límite de los 4 regalos: una medida para poner un poco de cordura, evitar la saturación innecesaria de regalos e incidir en el desarrollo correcto de los pequeños mostrándoles valores importantes. Esta regla consiste en obsequiar a los niños con un límite de cuatro regalos en Navidad:
1. El regalo que más deseen: deben escoger el regalo que más ilusión les hace de todos.
2. Algo que les haga falta: una mochila nueva para el colegio, algún accesorio que necesiten para las actividades extraescolares….
3. Un regalo que se puedan poner: una prenda de ropa, unas zapatillas nuevas, un pijama de su personaje preferido… Si elegimos bien, la ilusión está asegurada.
4. Un regalo para leer: según su edad y sus preferencias, un libro, un cómic, un cuento para dibujar… Un regalo imprescindible en la infancia para fomentar la cultura y estimular su imaginación.
Regalos con valor emocional
¿Qué podemos regalar estas navidades a nuestros hijos teniendo en cuenta la saturación de juguetes, tecnología, videojuegos, etc.? No es que no se tenga que regalar este tipo de cosas, pero como alternativa se pueden incluir otros regalos con un contenido emocional que enseñe a los niños el mensaje de que no sólo lo que tiene un valor material o económico puede ser un regalo y que se puede disfrutar mucho también con otra clase de regalos. La psicóloga Úrsula Perona nos da algunas ideas:
Experiencias: un vale para hacer una excursión, ir al zoo, al planetario… Bien presentado es un regalo bonito que ofrece tiempo con nuestros hijos y no se percibe tanto como un valor material.
Regalos conectados con las emociones: una presentación, un vídeo o un álbum de fotos con momentos especiales desde su infancia, momentos divertidos o emotivos que han compartido con nosotros (durmiendo, riendo, navidades, cumpleaños…), u otros relativos a su desarrollo (a los niños les gusta mucho verse cómo han evolucionado desde muy pequeños). También podemos hacer el periódico del día de su nacimiento con alguna plantilla que encontremos por internet… Son regalos con valor emocional y no económico. Es más complicado y requiere más esfuerzo de losa adultos, pero es una forma de evitar comprar todo lo que han pedido para estar tranquilos sabiendo que nuestros hijos tienen todo lo que quieren y centrarnos en otras cosas que transmiten mensajes más importantes. Pueden quedar regalos muy bonitos y tiernos que el niño seguro que va a querer conservar y recordará con más cariño que otro material.
Si quieres inspirarte, haciendo una búsqueda en internet se pueden encontrar multitud de ideas.
Pensemos en el futuro
Preparar a nuestros hijos para el futuro es responsabilidad de los padres y debemos ser conscientes de que ofrecerles todo lo que desean en Navidad dificulta enseñarles valores como la tolerancia a la frustración, el esfuerzo o la espera. Además, les dificulta aprender a valorar lo que tienen, cosa que puede traer problemas de personalidad difíciles de solucionar de adultos.
Debemos enseñarles que muchas veces no se puede conseguir todo lo que uno quiere, a tolerar la frustración y a asumirla, a luchar por lo que queremos y a tener paciencia y perseverancia. También es conveniente mostrarles que son afortunados por tener lo que tienen, para que aprendan a ser conscientes y valorarlo. Para ello podemos animarles a realizar acciones como donar los juguetes que no utilizan a otros niños más desafortunados.
Sentarnos con ellos a redactar la carta a los Reyes Magos es una buena oportunidad para inculcarles estos valores mientras consideramos las ventajas e inconvenientes de cada regalo que desean, para fomentar su capacidad de autocrítica. Y dedicar tiempo a la educación de nuestros hijos refuerza nuestros lazos familiares y es, sin duda, una inversión de futuro.