Salud y medicina
Estilo de vida y longevidad
Inyecciones de Botox, cremas antiarrugas, complementos alimentarios, suplementos hormonales, antioxidantes… Todos hemos oído hablar de estos productos que prometen el remedio definitivo a los efectos del paso del tiempo, pero la eficacia real de estas recetas milagro son, en muchas ocasiones, cuestionables.
Envejecer más lentamente y mejor es posible, y el secreto es tremendamente sencillo. Comer menos, pensar más y moverse más. No es solamente sentido común; para los investigadores se trata, de hecho, de evidencias científicas. La biología molecular permite afirmar que comer menos y comer mejor limita los daños en el ADN y en las proteínas de nuestras células causados por los famosos radicales libres.
Con una dieta hipocalórica se reduce la posibilidad de sufrir ataques de corazón, cáncer o diabetes, se pueden prevenir enfermedades en los riñones, se minimiza el deterioro del sistema inmunológico (deterioro que aumenta con la edad), disminuye el colesterol y se preservan las capacidades intelectuales intactas.
El progreso de la genética nos muestra que el hecho de ejercitar el cerebro, exponiéndonos a lo largo de nuestra vida a situaciones variadas, influye en la estructura de nuestro ADN y en los genes que controlan la creación de nuevas conexiones neuronales. Por último, la actividad física que se practica a una edad avanzada muestra una regeneración de las mitocondrias de las células musculares.
En definitiva, los avances en genética, en biología celular y en neurociencia han permitido constatar que además de la intuición y del sentido común hay una explicación científica que no nos deja margen ni excusas para no llevar un estilo de vida saludable si queremos ser personas longevas.