Bienestar, Salud Mental
La solidaridad, una actitud muy saludable
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Ser solidario es más que realizar un acto altruista: nos aporta grandes valores y nos forma como personas. Acciones solidarias como el voluntariado tienen grandes beneficios en la salud emocional que mejoran la autoestima, fomentan la positividad y ayudan a desarrollar las habilidades sociales. Hoy, 31 de agosto, se celebra el Día Internacional de la Solidaridad Humana. ¿Participas en alguna actividad solidaria?
En la sociología, solidaridad se refiere al sentimiento y la actitud de unidad basado en metas o intereses comunes. Implica ayudar sin recibir nada a cambio y ofrecer un apoyo incondicional a causas o intereses ajenos, especialmente en situaciones comprometidas o difíciles.
Además de ayudar a otros, ser solidario también nos hace sentir mejor a nosotros mismos e implica beneficios importantes para la salud mental y el bienestar emocional, ya que gran parte de nuestra felicidad, al ser seres sociales, depende de estar con los otros, de compartir:
Mejora la autoestima y fomenta la positividad
Ser solidario implica estar activo y participar en positivo, lo que beneficia la imagen que se tiene de uno mismo. Ayudamos porque sabemos que la situación de otros puede mejorar, y saber que esa opción está en nuestra mano nos hace sentir bien y valorarnos más como personas. También nos ayuda a conocernos mejor y a sacar lo mejor de nosotros mismos, cosa que nos hace emocionalmente más saludables.
Desarrolla las habilidades sociales y facilita la integración
Ayudar es una forma sencilla y muy gratificante de estar en contacto con los otros. Es muy recomendable para personas que están pasando por un mal momento o que tienen problemas de integración, ya que a través de la comunicación necesaria para la actividad se va fomentando la socialización. Aunque la recompensa a la ayuda prestada no suele ser económica, sí que existe, pero se recibe de otra manera, como en forma de gratitud y/o con el reconocimiento del trabajo realizado, lo que fomenta una conexión.
Ayuda a relativizar los problemas y reduce los miedos y las inseguridades
Ver y vivir que otros tienen problemas más graves hace que valoremos de forma más objetiva los propios. Estar ocupado en algo gratificante, como ayudar, reporta un sentimiento de protección y nos hace vivir el presente, por lo que se alejan los propios miedos y se van superando las inseguridades. Por otro lado, acostumbrarse a dar sin esperar recibir nada a cambio es una experiencia muy beneficiosa para personas que se sienten infelices porque piensan que dan más de lo que reciben, y nos hace personas más sanas emocionalmente.
Permite adquirir y compartir nuevos conocimientos y habilidades
Poner nuestros conocimientos y habilidades a disposición de una causa solidaria es muy gratificante emocionalmente y proporciona una sensación de bienestar porque nos sentimos útiles. A su vez, participar en actividades nuevas puede enseñarnos otras habilidades, lo que también nos va a hacer sentir mejor.
La solidaridad está en manos de todos
Aunque el tiempo y la falta de disponibilidad son las razones principales que alegamos para no participar en causas solidarias, la realidad es que podemos poner nuestro granito de arena de infinitas formas: desde pequeños gestos como una sonrisa, un favor, ceder el asiento, regalar la ropa o utensilios que no utilizamos o invitar a comer a alguien necesitado, hasta colaboraciones de forma altruista a través de Internet, colaboraciones puntuales en eventos o en campañas, compartir habilidades y competencias, o hacer un voluntariado.
Pueden ser acciones puntuales, periódicas o podemos dedicar parte de nuestro tiempo libre o de vacaciones. Siempre habrá algo que esté en nuestra mano para poder ayudar de forma altruista y que hará sentir mejor.