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Alimentación y Nutrición
Lácteos: ¿sí o no? 10 pros y contras de suprimirlos
Índice de contenidos
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La mayoría de los especialistas en nutrición y endocrinología se muestran renuentes a que abandones un grupo completo de nutrientes. Como ya sabes, hay tres grupos esenciales en los que se inscriben los alimentos: Hidratos de carbono (o carbohidratos, o simplemente hidratos), proteínas y grasas. Hay diversos regímenes de adelgazar que recomiendan suprimir alguno de ellos, en lo que se llaman dietas carenciales. Pero lo cierto es que todos esos regímenes están muy cuestionados y la comunidad científica es unánime en recomendar que lo ideal es comer de todo, en cantidades razonables y equilibradamente, según te recordamos en estos tres puntos:
- El 15% de las calorías deben proceder de la proteínas ingeridas
- Los carbohidratos deben aportar entre el 40 y el 60% de las calorías
- Las grasas, alrededor del 30% de la aportación calórica de la dieta.
La causa es que cada grupo de nutrientes aporta diferentes vitaminas, minerales y elementos, formando un todo que es lo que tu cuerpo necesita. Otra cosa es suprimir, por ejemplo los lácteos, por una alergia. Pero esa es una razón inapelable.
Suprimir los lácteos de la dieta puede tener consecuencias, tanto buenas como malas. A continuación, los cambios que puede experimentar tu cuerpo al hacerlo, y los porqués.
1. Podrías tener menos dolores de cabeza
El causante podría ser un producto químico (natural, claro) que a menudo se encuentra en el queso (sobre todo en los más curados), la tiramina, un aminoácido que ayuda a regular la presión arterial y que en algunas personas disminuye las migrañas y dolores de cabeza. Si regularmente tienes estos trastornos valdría la pena que suprimieras los lácteos una temporada, a ver si son el problema.
Podrías no tener esa suerte, por otro lado. Los lácteos contienen la importante vitamina B2, y su falta está, precisamente, asociada a migrañas. De modo que si te decides a suprimirlos, asegúrate de estar bien surtido de esta vitamina: las setas, las almendras y las espinacas la contienen en considerables cantidades.
2. Podría bajarte la hinchazón
Aunque no te hayan diagnosticado intolerancia a la lactosa, parece que hasta un 65% de la población tiene problemas para digerir la leche. Eso es lo que dice la Library of Medicine estadounidense, y se debe a que es frecuente la falta de lactasa en la población, una enzima necesaria para digerir bien la leche de vaca. Si cortas los lácteos, puedes encontrarte con que tu digestión mejora, disminuyendo la sensación de hinchazón. Pero, como antes, puede sucederte lo contrario, y encontrarte más hinchado por la reacción del organismo ante el cambio en la dieta.
3. Tu salud intestinal puede verse afectada
Que tu digestión mejore es bueno, pero no necesariamente implica que la salud intestinal vaya también a mejorar. El tubo digestivo contiene muchos tipos de bacterias, tanto buenas como malas: ya hemos hablado aquí de la microbiota, que es el conjunto de organismos que viven en el intestino; y son aún más numerosos que las células que componen nuestro cuerpo. Lácteos como el yogur natural griego o el kéfir están repletos de buenas bacterias y probióticos que ayudan a mejorar la salud intestinal. Si te decides a no-lácteos, es importante que sustituyas tu yogur con un alimento adecuado, o incluso que te plantees tomar suplementos de probióticos para mantener estable el intestino.
4. Te podrían faltar nutrientes esenciales
Como los hidratos de carbono, las grasas y las proteínas, los lácteos pueden ser un componente esencial de una dieta sana. Los lácteos son ricos en elementos tan importantes como el calcio o la vitamina D, lo que obliga a controlarlos en caso de suprimir los lácteos. Pueden suplirse con pescados grasos, como las sardinas, que son una buena fuente de calcio o con algunas “leches” vegetales, que a menudo están fortificadas precisamente con estos componentes.
5. Podrías enfermar con mayor facilidad
Sí, porque tu sistema inmunitario se debilita considerablemente. Esto podría deberse a la falta de la vitamina B12, un regulador esencial del sistema inmunitario.
Podrías caer enfermo con mayor facilidad y contraer enfermedades con mayor frecuencia. Asegúrate, por tanto, de tomar alimentos que contengan dicha vitamina, o habla con tu médico acerca de la conveniencia de tomar un suplemento.
6. Te puede mejorar la piel
Es bastante conocido el efecto de mejora en la piel que puede tener la supresión de los lácteos. La leche de vaca contiene hormonas que pueden reaccionar con las tuyas propias y aumentar la producción de sebo, que tiende a cerrar los poros. O sea que tu piel podría aparecer mejorada. De nuevo, como toque de atención, es fundamental asegurarte de que la dieta que sigues es equilibrada y que ingieres todos los nutrientes esenciales.
7. Podrías tener más energía
Estamos rodeados de tentaciones ricas en lácteos, poco sanas, como pastas cremosas, quesos o pizzas industriales. Si dejas los lácteos, deberás pensar más cuidadosamente en lo que comes. Por ejemplo, para compensar la falta de calcio que obtenías de los lácteos con los que te pueden aportar otros nutrientes: espinacas, kale (o col rizada) y alubias, por ejemplo, que te aportarán, además, otros nutrientes que mejorarán tu nivel de energía.
8. Podrías estar de mejor humor
La leche de vaca contiene altos niveles de hormonas, como estrógeno y progesterona. De nuevo, estas hormonas pueden interactuar con las tuyas propias, causando cambios de humor. Es posible que al suprimirlos, tu humor global mejore por más estable.
9. Podrías tener “mono”
Si estás habituado a los lácteos, puedes experimentar cierto “mono”, o sea síndrome de abstinencia, al suprimirlos por completo. Es la reacción del cuerpo a los cambios en la dieta. Te puedes encontrar más cansado de lo normal y tener problemas para dormir.
10. Podrían faltarte proteínas
Un importante nutriente que aportan los lácteos son las proteínas, que idealmente deben constituir el 15% de tu alimentación, como te hemos contado ya. Las proteínas son esenciales para fortalecer los músculos y para que, globalmente, tus órganos funcionen como es debido. Hay otros muchos alimentos que contienen proteínas, pero no olvides tener cuidado con esto. Quinoa, almendras, carne, huevos… muchos pueden suplir ese déficit.
Bibliografía