Salud y medicina

¿Podemos morir por falta de sueño?

Cuando hablamos de falta de sueño, no solo nos referimos a la cantidad de horas que necesita nuestro cerebro para llevar a cabo un mantenimiento integral del organismo, sino también a la calidad de este descanso.

La falta de sueño puede ir asociada a un trastorno del sueño, malos hábitos o factores externos que impiden un descanso saludable. De forma prolongada, un sueño insuficiente puede tener un impacto relevante y poner en riesgo nuestro estado de salud y bienestar.

Efectos físicos y mentales

Uno de los primeros efectos de la privación de sueño es la disminución de nuestra capacidad de concentración y atención. Esta falta de lucidez puede afectar nuestra capacidad para realizar tareas simples, como conducir un vehículo u operar maquinaria, aumentando hasta 11 veces el riesgo de sufrir accidentes mortales. De hecho, estar despierto durante 24 horas seguidas es equivalente, en cuanto a la falta de atención y bajos reflejos, a tener niveles de alcohol en sangre superiores a los permitidos para la conducción.

Por otro lado, la falta de sueño debilita nuestro sistema inmunológico, exponiéndonos a padecer múltiples enfermedades, desde el resfriado común hasta el cáncer. A nivel hormonal, un mal descanso desregula la leptina y la grelina, hormonas encargadas de controlar el hambre y la saciedad. Este hecho, junto con la fatiga y la falta de energía que nos inducen al sedentarismo, favorece la aparición de obesidad y diabetes.

Desde la perspectiva de la salud cardiovascular, el sueño también es crucial. Mientras dormimos, el corazón y los vasos sanguíneos no trabajan con la misma intensidad que cuando estamos despiertos, proporcionándoles un descanso esencial. De hecho, no dormir lo suficiente se ha relacionado con una presión arterial elevada, enfermedades cardiovasculares e ictus.

Además de los efectos físicos, la falta de sueño también puede tener consecuencias negativas para nuestra salud mental. De hecho, un mal descanso prolongado se ha asociado con un mayor riesgo de depresión, ansiedad y otros trastornos psicológicos.

Incorporar hábitos saludables

Es importante entender que, aunque es poco probable que una persona muera exclusivamente por falta de sueño, los efectos acumulativos de esta privación pueden ser muy peligrosos e incluso letales.

Incorporar hábitos saludables de higiene del sueño, como levantarse y acostarse cada día a la misma hora, mantenerse activo durante el día y evitar los dispositivos móviles una hora antes de acostarse, será fundamental para preservar un envejecimiento saludable. En caso de no ser suficiente, es importante contactar con un especialista en Medicina del Sueño para descartar un posible trastorno como la Apnea Obstructiva del Sueño, el síndrome de piernas inquietas, o el insomnio crónico.

Artículo elaborado por Ad Salutem, Instituto del Sueño