Salud y medicina

Sueño y longevidad

A medida que las personas envejecen, surgen numerosos problemas de salud. Dormir mal o no dormir lo suficiente puede contribuir a diversas situaciones complicadas, reproduciendo ciertas patologías y desencadenando otras, lo que en última instancia disminuye la calidad de vida de los adultos mayores.

Para atender las necesidades específicas de esta población, es más importante que nunca comprender los efectos del envejecimiento sobre el sueño y la salud en general. En este sentido, examinaremos la relación entre el envejecimiento y el sueño, los problemas más frecuentes y ofreceremos consejos para las personas mayores.

¿Por qué afecta el envejecimiento al sueño?

Es habitual que los adultos mayores experimenten cambios en la calidad y duración de su sueño. Muchos de estos cambios se deben a alteraciones en el reloj interno del cuerpo, que se localiza en el hipotálamo y está compuesto por aproximadamente 20,000 células que conforman el núcleo supraquiasmático (NSQ).

Este núcleo regula los ciclos diarios de 24 horas, conocidos como ritmos circadianos, que influyen en aspectos como el hambre, la liberación de hormonas y la sensación de somnolencia o alerta. A medida que las personas envejecen, su patrón de sueño se ve afectado. El deterioro en la función del NSQ puede alterar estos ritmos circadianos, afectando así los momentos en que las personas se sienten cansadas o despiertas.

El NSQ recibe información a través de las fotocélulas de la retina, siendo la luz una de las señales más poderosas para mantener los ritmos circadianos. Las investigaciones indican que muchos adultos mayores tienen una exposición insuficiente a la luz del día, promediando alrededor de una hora diaria, lo cual representa un problema serio. Esta falta de exposición puede ser aún más pronunciada para quienes viven en residencias de ancianos o para aquellos que padecen la enfermedad de Alzheimer o problemas de movilidad.

Además, los cambios en la producción de hormonas, como la melatonina y el cortisol, pueden influir en las alteraciones del sueño en los adultos mayores. Con el paso del tiempo, el cuerpo produce menos melatonina, que generalmente se secreta en respuesta a la oscuridad y ayuda a promover el sueño al coordinar los ritmos circadianos.

¿Sabe usted si su sueño es problemático o puede representar un riesgo para su salud?

Existen diversos factores que pueden provocar dificultades para dormir. Responda a las siguientes preguntas para determinar si es recomendable consultar a un especialista:

  • ¿Ronca con frecuencia?
  • ¿Se despierta varias veces durante la noche?
  • ¿Se siente cansado(a) al despertar?
  • ¿Experimenta falta de energía al levantarse?
  • ¿Sufre de somnolencia excesiva por la mañana?
  • ¿Se despierta sin aliento?
  • ¿Despierta con malestar físico, como dolores de cabeza, en el cuello o la espalda?
  • ¿Se levanta malhumorado(a) o irritable?
  • ¿Presenta dificultades para concentrarse o pensar con claridad durante el día?
  • ¿Bosteza con frecuencia en las primeras horas?
  • ¿Siente sequedad o picor en los ojos durante el día?

Si tres o más de sus respuestas son afirmativas, le aconsejamos que solicite una consulta con un especialista en sueño para evaluar si es necesario iniciar un tratamiento.

Las condiciones de salud mental y física también pueden interferir con el sueño. Las patologías que comúnmente afectan el sueño en los adultos mayores incluyen la depresión, la ansiedad, enfermedades cardíacas, diabetes y otros trastornos que causan malestar y dolor, como la artritis.

Los problemas de sueño también pueden estar relacionados con los efectos secundarios de los medicamentos. Cerca del 40% de los adultos mayores de 65 años toman cinco o más medicamentos. Muchos fármacos, tanto de venta libre como con receta, pueden contribuir a los problemas de sueño. Además, las interacciones entre múltiples medicamentos pueden ocasionar efectos inesperados en el sueño.

¿Necesitan menos sueño las personas mayores?

Es un error común pensar que los adultos mayores requieren menos horas de sueño que los más jóvenes. Aunque muchos de ellos enfrentan dificultades para lograr un descanso adecuado, eso no significa que necesiten menos sueño. Generalmente, se recomienda que intenten dormir entre siete y ocho horas cada noche.

¿Cómo facilitar un sueño más seguro para los adultos mayores?

A medida que las personas envejecen, realizar cambios en el dormitorio puede ser muy beneficioso para reducir el riesgo de caídas y accidentes, así como para facilitar la posibilidad de pedir ayuda. A continuación, detallamos algunas recomendaciones:

  • Mantenga un teléfono junto a la cama: Es crucial poder solicitar ayuda desde la cama. Coloque un teléfono en la mesita de noche y mantenga una lista actualizada de números importantes. Sin embargo, tenga precaución con los teléfonos móviles para evitar que la luz azul afecte su sueño y para no caer en la tentación de mirar la pantalla brillante.
  • Asegúrese de que haya una luz al alcance: Contar con una luz accesible reduce el riesgo de tropezar o caer en la oscuridad. Las luces con sensores de movimiento pueden ser útiles en pasillos o en el baño.
  • Reduzca los peligros en el dormitorio: Evite fumar en la cama y tenga cuidado al colocar objetos que puedan convertirse en peligros de tropiezo, como alfombrillas, cables, taburetes y muebles. Lo más seguro es mantener un camino despejado desde la cama hasta la puerta.
  • Practique una buena higiene del sueño: Respete y siga las recomendaciones sobre higiene del sueño que hemos compartido en artículos anteriores.

Artículo elaborado por Ad Salutem, Instituto del Sueño